Uno tras otro van cayendo los emails que recibo. Casi al mismo tiempo, caen en saco roto mis ganas de contestarlos. Las mismas que desaparecieron sin explicación a lo largo de este invierno. Todavía recuerdo el día que leí aquel email y no quise contestar. Mis dedos y mi mente fueron presa fácil de las palabras que leía y repetía en mi cabeza. No conseguía acabar ninguna de mis frases, todas ellas sin sentido, sin coherencia alguna. Perdí la frescura, el aliento, la fuerza para mantener mis ojos abiertos. Ya nada importaba.
¿Cuáles fueron las palabras exactas que consiguieron reducir mi ánimo a polvo? Todavía resuenan en mi cabeza pero me siento incapaz de pronunciarlas, de escribirlas... ya casi ni de pensarlas. Pero están ahí. Y ahí quedarán. No basta con eliminarlas o enviarlas a la papelera. E intento seguir con mi vida desde el punto en el que quedó despojada de toda esencia, desde el momento en el que leí cómo me decías que todo lo que somos y que conocemos no volvería a ser nunca igual.
...a la recaudadora.
Feliz cumpleaños, ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Vir por dejarte caer por aquí.
ResponderEliminarSiempre me dejo caer por aquí, aunque lo haga en silencio...
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