miércoles, 12 de enero de 2011

El invierno siempre vuelve

El tiempo ha pasado y la vida no te ha traído a mi puerta. No esperaba tu visita. Una carta hubiera bastado; un mensaje, una respuesta. Sólo unos minutos serían necesarios para no dejar morir eso que nos une, eso que resplandece en la oscuridad, ese apego... esa pasarela. La carencia nos conduce al olvido, aunque no en mi caso. Y mientras tanto, yo sigo mirando al horizonte desde mi ventana por si llegas.

Era fácil de suponer que pronto llegaría el invierno. El viejo árbol había perdido todas sus hojas y nadie iba a venir a recogerlas a menos que el viejo jardinero recuperara fuerzas. Todos los días yo dudaba si salir a limpiar toda aquella broza, pero todos y cada uno de ellos pensaba que tal vez mi viejo amigo despertara un día con ganas de venir a recoger los restos, que en un pasado no muy lejano, fueron hojas llenas de vida y vitalidad.

También ha vuelto el frío. No tú. Ya se encargan tus fantasmas de recordármelo en la oscuridad de las noches a las seis de la tarde. Se mezclan con el viento y merman poco a poco entre susurros mi voluntad de seguir con ésto, que no es nada más que una ilusión, una idea en mi cabeza. Y el tiempo sigue su marcha...

2 comentarios:

  1. Bravo. Mágnifica metáfora la del viejo árbol. Tiene un tono muy poético, como muy "Y el tiempo sigue su marcha..."

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